Para ganar más dineros,
cuando jugáis a la folla
con los que gustan de veros,
jugadora de la argolla,
bien estáis desnuda en cueros.

Desa suerte habéis de estar,
señora, para ganar,
pues el talle os asigura
que es la más buena postura
para poderse argollar.

Cuando jugáis, sin desdén,
con el tahúr que os regala,
no solo queréis que os den
sus dos manos con la pala,
pero las bolas también.

Los caves no los queréis
porque el juego no teméis
por ser su rato suave,
porque aquel que dice cave
dice en latín que os guardéis.

Vuestra buena inclinación
como jugadora usada,
pide con justa razón
que la argolla esté clavada
al suelo con su espigón.

Y tanto el buen uso puede,
que sin que nadie os lo vede,
con agua de un caño puro
regáis siempre el suelo duro
para que la argolla ruede.

Sin que puedan rey ni Roque
contrastar a sola vos,
antes que el juego se apoque,
me dicen que pedís dos
de cada toque y emboque.

Y con tanta facilidad
descubrís la cavidad
de la argolla y del querer,
que a poco rato ha de ser
puerta de nuestra ciudad.