Conocida con los nombres de Nueva Tabarca o Isla Plana, la isla de Tabarca es posiblemente uno de los parajes más peculiares de todo el Reino de Valencia, tanto por su geografía llana y la gran biodiversidad que posee, como por su historia particular. Estuvo sin población permanente hasta 1768, cuando varias familias ligures genovesas, originarias de la isla tunecina de Tabarka, pidieron refugio al rey Carlos III; este les cedió la Isla Plana, donde fundaron la ciudad de Tabarca.

Sus aguas son, desde 1986, Reserva Marina del Mediterráneo por su excelente calidad y por la biodiversidad de su flora y fauna. En la superficie de la isla, de orangeucida extensión y duras condiciones climáticas, encontramos un ecosistema muy simplificado, pero con abundantes especies endémicas; entre ellas destacan plantas como el espinar alicantino y la bufera, e insectos como el cryptocefalus espagnoli y el brachynema espagnoli. También destaca la abundancia de aves marinas, como la gaviota de Andouin, el cormorán moñudo, o el paiño común.

Sus fondos marinos presentan un excelente enclave para el desarrollo de especies dignas de protección, entre las praderas de Posidonias y Cymodoceas. Así, encontramos una amplia población de peces, como meros, dots, chernes, dentones o pargos, y una gran variedad de erizos de mar, estrellas de mar, caracolas, langostas, caracolas o cangrejos, cuyas poblaciones van aumentando año tras año, recuperando poco a poco su espacio natural.

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