En 1338 el Consejo General de la Ciudad de Valencia aprobó la realización de una procesión por la ciudad con motivo del centenario de la conquista de Valencia, procesión que se vino realizando con mayor o menor regularidad hasta el siglo XIX. En esta procesión participa la nobleza y clero valencianos, siendo presididos por la Real Senyera y, en ocasiones, por la espada de Jaime I. Al ser suprimida la festividad religiosa de San Donis, la procesión perdió su carácter religioso.


Afortunadamente, la sociedad cultural Lo Rat Penat tomó el relevo y recuperó parte del sentido patriótico del 9 de octubre, con la organización del homenaje al rey Jaime I ante su estatua en el Jardín del Parterre. En 1924 se pidió que fuera restablecida la festividad de San Donis para que pudieran acudir a las celebraciones un mayor número de valencianos. Tras la guerra civil, y pese a la presión franquista, los actos del 9 de octubre se retomaron, aunque solo con la asistencia de Lo Rat Penat. Los cambios sociales de los años 60 y posteriormente durante la transición española permitieron que otras sociedades valencianas se unieran a las celebraciones del 9 de octubre, adquiriendo el grado de importancia que tienen en la actualidad, un día de celebración de los valencianos como pueblo único y diferenciado.


Los festejos comienzan la víspera del 9 de octubre, con el tradicional Festival Internacional de Pirotecnia en el antiguo cauce del río Turia. Al día siguiente, y a primera hora de la mañana, la Real Senyera se saca de la vitrina en la que se conserva, en el Archivo-Museo del Ayuntamiento, saliendo al balcón exactamente a las doce del mediodía, desde el que se baja a la plaza mientras suena la Marcha Real acompañada con el saludo de 21 salvas de honor. Este protocolo especial se debe a los privilegios recibidos por parte de Pedro II de Valencia, quién concedió a la Real Senyera el rango de Jefe de Estado, ordenando que nunca debía inclinarse ante nada ni ante nadie.


La Procesión Cívica la inicia la Guardia Municipal Montada de Valencia, seguidos por una comitiva formada por los gremios y entidades culturales, y por la Real Senyera escoltada por una compañía de Infantería. La procesión recorre varias calles de la ciudad, desplazándose a la Catedral, donde la Real Senyera preside el acto solemne del Te Deum. Posteriormente se desplaza al Parterre para rendir homenaje al rey Jaime I, depositando coronas de laurel a los pies de su estatua. Una vez acabado el acto regresa a la Plaza del Ayuntamiento, donde se dispara una mascletá. Por la tarde se realizan otros actos como la Entrada de Moros y Cristianos de la ciudad de Valencia, el Festival de Bailes, Música y Canciones Valencianas o los diversos mercados medievales.