VICENTE ROS BELDA,
REORGANIZADOR DE
LAS FALLAS INFANTILES

La Exposición del Ninot 2006 recibe a sus visitantes con un homenaje a la memoria de una de las figuras clave para entender el desarrollo de la fiesta desde los años 40. El ninot de Joan S. Blanch que representa a Vicente Ros Belda junto a su fotografía nos sirve para recordar a aquella persona que hizo posible la reactivación y organización de la fiesta fallera infantil a través de su labor directa en las Fallas, como también desde su trabajo en Radio Valencia. El "Señor Pérez" nos dejaba a finales del mes de enero, pero su impronta y su legado permanecen en la memoria de todos los que conocieron de cerca su trabajo.


Para Manuel Sanchis, estudioso de las fallas, la figura de Ros Belda resulta "imprescindible, junto a Camps, Regino Mas, o Emilio Tío, un grupo que en el año 1940 evitaron que las fallas cayeran en desgracia".

En el año 1939, acabada la guerra, se publicó un panfleto de propaganda escrito por Martín Domínguez con el título "Rumbos de un orden nuevo". Una serie de directrices en forma de manifiesto franquista que ponían en serio riesgo la continuidad de la fiesta como tal, es decir, como fuente de ingenio, de gracia, de crítica, y de sátira. Y es que nunca la sátira fallera ha sido realmente comprendida. Un momento de duda se produce en la fiesta, al cual salen al paso un grupo de falleros que deciden conjurarse para que las Fallas no se pierdan y salgan adelante; era simplemente continuar con la tradición y cimentarla, pese a tener que mantenerse a raya en algunos aspectos.



En el retorno de la fiesta a las calles de la ciudad después de la contienda civil, la participación de las fallas infantiles fue muy escasa, pero hay que recordar que durante la República estas fallas se vieron apoyadas por el diario El Mercantil Valenciano a través de su personaje "Colilla" y de la revista "Los Chicos". Nombres como los de Luis Dubón, amigo de Ros Belda, Pérez del Muro, y Juan Masiá fueron los responsables de aquella publicación.

La primera noticia sobre estos premios apareció en la sección "La fiesta de las Fallas" de El Mercantil Valenciano el día 18 de marzo de 1932. En ese artículo aparecen como participantes 22 comisiones infantiles de un censo total de 32. De hecho, en reseñas de los años 30, como la publicada por Joaquín Sanchis Nadal, se cuenta cómo en 1933 más de "cien pequeños monumentos" se plantaron en las calles de la ciudad. La idea del concurso nació de la sección de fallas del diario valenciano, en la cual escribía García Dasí, más conocido como "Tristezas".

El Mercantil Valenciano, incautado, desapareció después de la guerra, y el mundo de las Fallas estaba en una situación muy complicada. Pero fue entonces cuando, desde Radio Valencia, en el año 1941, se convocó un concurso de fallas infantiles. El responsable fue un joven periodista que había entrado a formar parte del equipo de la emisora en diciembre de 1939 y a quien le habían encargado la dirección de su programa infantil. Así nació "El Señor Pérez, el amigo de los niños".




Tres holas precedían a la frase con la que se iniciaban las emisiones del Señor Pérez: "Buenas tardes pequeños, os habla el Señor Pérez, el amigo de los niños". Pronto los domingos tuvieron un significado diferente para los niños valencianos, que comenzaron a disfrutar de las aventuras de los fantásticos personajes creados por el periodista y que, más tarde, les daría cuerpo y forma el magnífico dibujo de otra gran personalidad del mundo fallero y estrecho colaborador de Ros Belda: Armando Serra Asensio, quien fue el encargado de diseñar y crear los premios de las fallas infantiles.

La chiquillería soñaba en aquellos tiempos difíciles de la posguerra con las anécdotas del hada Maribel, el profesor Sisebuto, el cazador Singa, Gustavito, la bruja Piñones, o el mago Pelón, los cuales se hicieron tremendamente populares. Las fallas infantiles volvían a tener, por fin, un valedor que las respaldara y una entidad, Radio Valencia, que apoyaba cualquier iniciativa hacia el mundo infantil fallero.



La primera edición del concurso surgió en 1941 y participaron 20 fallas, ya que la convocatoria se realizó demasiado próxima a las fiestas. Las normas dejaban bien claro que los monumentos debían de haber sido realizados por niños, no por profesionales, y ya se fijaban unas medidas claras: 2'5 metros de altura.

A la vez que las fallas infantiles resurgían con fuerza se crearon nuevas iniciativas como la Cabalgata del Niño Fallero, auspiciada por Radio Valencia, y en cuya primera edición fueron protagonistas los personajes mágicos del programa del Señor Pérez. En siguientes cabalgatas las cifras de participación fueron aumentando de forma inusitada. Por otro lado, las cifras de comisiones participantes en el concurso de fallas infantiles fueron subiendo, pero éstas de forma paulatina.

La Junta Central Fallera se une al esfuerzo de Ros Belda y Radio Valencia como coordinadora, y el propio Belda es nombrado delegado de una nueva sección, la de Infantiles. El ente asimilaba de esta forma el trabajo del Señor Pérez y lo convertía en parte de un engranaje que veía cómo en el año 1944 se plantaban 240 catafalcos infantiles, la mayoría de ellos sin entrar a concurso. De todas formas, la convocatoria y el concurso seguían estando bajo el mando de la emisora, por más que Junta Central Fallera ejerciera el control. También los premios se seguían repartiendo en la calle Don Juan de Austria, vía en la que todavía hoy se enclava la sede de Radio Valencia.

Vicente Ros Belda fue el encargado de las fallas infantiles en la Junta Central Fallera desde el año 1944 hasta el año 1960. El "Señor Pérez", además de promover el concurso y organizar la Cabalgata del Niño Fallero, también creó la Copa Turelete de fútbol y un concurso de dibujo. A todo ello hay que añadirle por méritos y derecho propio la creación de una serie de iconos infantiles que sirvieron a los niños de la posguerra valenciana como fuente inagotable de juegos e inspiración; una ilusión fomentada sin ningún tipo de duda por el encanto de la radio y la libertad de la imaginación.


En 1965 la Junta Central Fallera, siendo presidente Juan Bautista Martí Belda, decidió realizar un homenaje al hombre que durante 15 años fue el encargado de coordinar las fallas infantiles dentro del ente, y quien además era el responsable máximo del impulso y reactivación de los catafalcos y las comisiones infantiles.

En definitiva, que Ros Belda, en una época de dificultades sociales y humanas a todos los niveles, supo encontrar la forma de que las fallas infantiles sobrevivieran, se organizaran, se hicieran fuertes, y se promocionaran.