Este año de 2020 se cumplen 80 años de la creación de Roberto Alcázar y Pedrín, serie pionera de la historieta de aventuras que marcó toda una época; detrás de los "Batman y Robin" valencianos se encontraba uno de los grandes maestros de la Escuela Valenciana, Eduardo Vañó Pastor, diseñador, principal dibujante, y guionista ocasional del dúo.

Eduardo Vañó nace en la localidad valenciana de Bocairente, el 24 de febrero de 1911; descubre el mundo del arte de la mano de su padre Vicente, y se traslada a la ciudad de Valencia para estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos; en el cap i casal obtiene el título de profesor de dibujo, aunque pronto se decanta por el mundo de la ilustración, de la mano de su cuñado Juan Puerto Belda, fundador de Editorial Valenciana.



En 1932 empieza a trabajar para Valenciana, colaborando principalmente en la popular revista infantil KKO, y como ilustrador de novelas por entregas y folletines, con títulos como "Soledad, nacida entre el fango" o "Rosalía, la hija maldita"; de muchas de las portadas se encargaba otro maestro del cómic valenciano, Enrique Pertegás, con el alias de "Henry". Al estallar la guerra civil, Vañó se une al ejército republicano, siendo uno de los combatientes que resistieron en Valencia al final de la contienda.
En 1940 Juan Puerto Vañó, hijo del fundador de Valenciana, decide dirigir la editorial a un público más juvenil, poniendo especial interés en la explotación del emergente género de la historieta, y en particular en los cuadernillos de aventuras; envía a Eduardo Vañó un guión de Alfonso Arizmendi, sobre las andanzas de un periodista trotamundos y el joven huérfano al que tutela, "Jorge Duro y Luisín". Vañó se interesa por la serie, y diseña a ambos personajes, basándose en su propio aspecto para crear al protagonista; propone rebautizar a los personajes como Roberto Alcaraz y Pedrín. Puerto aprueba las ideas de Vañó, con un ligero retoque, cambiando el apellido de Roberto por el de Alcázar en lugar de Alcaraz, que le resulta más sonoro y pegadizo.



Así nacen "Roberto Alcázar y Pedrín", aunque su salida a la venta se retrasaría hasta finales de enero de 1941, por un problema de permisos; la obra sería un soplo de aire fresco para la sufrida población de la posguerra, convirtiéndose rápidamente en uno de los títulos más destacados del momento. Parte de su éxito reside en la sencillez de su dibujo, tremendamente efectivo, y la simpleza de su planteamiento visual, la conexión entre las viñetas y la coherencia de las tiras; aunque si se realiza un seguimiento del estilo artístico, puede observarse la evolución gráfica de Vañó, hasta alcanzar un esforzado grafismo, visible principalmente en las portadas.

También hay que destacar el ingenio de los autores para esquivar la oscura mano de la censura, tanto en el desarrollo de la historia como en la creación de expresiones, que serían rápidamente adoptadas por el lenguaje popular: "Me aburro como una ostra", "¡Recastaña!", "Valiente perra ha cogido", "¡Arrea, constipao!", "Empieza el baile", "Toma castaña", "¡Carraspeta!", "Garrotazo y tente tieso", "¡Toma del frasco Carrasco!", "¡Toma, peladillas de Alcoy!"...

Inicialmente la serie contaría con una periodicidad mensual, que pasaría posteriormente a quincenal, y a partir del número 470 (1961), en semanal, contabilizando un total de 1.219 episodios, a los que hay que añadir 34 almanaques, una revista de 83 ejemplares (1965-68), y un número indeterminado de historietas especiales publicadas en otras revistas, como "Jaimito" o el suplemento del diario Pueblo, "El Cuco"; los treinta y cinco años de publicación de la cabecera regular, entre 1941 y 1976, convierten a "Roberto Alcázar y Pedrín" en el cuaderno de aventuras más longevo de la comunidad española.

Según José Soriano Izquierdo, director artístico de Valenciana, la tirada de cada número de Roberto Alcázar y Pedrín en su mejor momento era de 500.000 ejemplares; muy por encima de otros éxitos de la casa, como "Purk" y "El Pequeño Luchador" (250.000 ejemplares), aunque por debajo de los 800.000 que alcanzó "El Guerrero del Antifaz".



Debido a la enorme carga de trabajo que suponía la serie, otros autores se unieron al equipo inicial, entre ellos el dibujante Alberto Marcet, que se alternaba ocasionalmente con Eduardo Vañó; los dos hijos de Vañó, Eduardo y Vicente, también colaboraron en el apartado gráfico, desde mediados de los 50. Respecto a los guiones, junto a los realizados por Arizmendi y el propio Vañó encontramos las firmas de  Federico Amorós, Vicente Tortajada, Pedro Quesada, y sobre todo de José Jordán Jover, antiguo comandante republicano que envió sus primeros guiones  desde la cárcel, donde permanecía por represalia del franquismo.

Aunque entregado a la producción del serial aventurero por excelencia durante gran parte de su vida profesional, Eduardo Vañó también desarrolló otras colecciones para Editorial Valenciana; entre ellos se encuentran dos obras junto al gran Manuel Gago, "Bob Tailer, el justiciero" y "Carlos Ray, Corazón de Acero", ambas en los años cuarenta; más conocida es "Milton el Corsario" (1956), de la que fue dibujante y guionista hasta el número 72, número a partir del cual tomaron el relevo como dibujantes sus hijos Eduardo y Vicente, y Francisco Jesús Serrano, y como guionistas Tortajada y Amorós.


La exitosa marcha de "Roberto Alcázar y Pedrín" se trunca a mediados de los 70; un cambio en los gustos de la sociedad se traduce en una notable reducción de las ventas de tebeos clásicos, primer síntoma de la crisis que desembocaría en el cierre de Valenciana, Maga, y otras casas editoriales tradicionales; para reducir gastos, Editorial Valenciana decide cancelar varias cabeceras, entre ellas las protagonizadas por el dúo, que son sustituidas por una colección de historietas antiguas seleccionadas, coloreadas y retocadas para adoptar el formato vertical, en vez del apaisado original.

Al mismo tiempo, "Roberto Alcázar y Pedrín" se convierte en el blanco de una campaña de desprestigio, iniciada por algunos individuos que buscan romper con todo lo que pudiera estar relacionado con el anterior régimen, aunque solo fuera tangencialmente. Así, se acusa a la serie de colaborar al embrutecimiento de las masas y de apoyar al régimen dictatorial español; la poca presencia de mujeres, recurso usado para eludir la censura, da pie a acusaciones de machismo; se habla también de racismo, por la presencia de villanos de origen exótico; e incluso se relaciona a Roberto con el falangismo, por ciertos trajes lucidos en la serie y su supuesto parecido con José Antonio Primo de Rivera, fundador de la falange española (¿?).

Eduardo Vañó rechaza enérgicamente tanto las críticas como la decisión de Valenciana de cancelar la serie, y opta por retirarse del mundo del cómic e incluso de la vida pública; en una de sus pocas entrevistas, de 1984, afirmaba:

"Nosotros no pensamos en darle el más mínimo contenido político a Roberto Alcázar y Pedrín. Era después de la guerra y se trataba de resucitar la editorial que antes se había dedicado a las novelas por entregas y entonces estaba reducida a poco más que cuatro paredes. Pero de política, nada."

"En este país los escritores o los músicos tienen un reconocimiento de su importancia como autores que los dibujantes no tenemos. Por eso yo dije a mis hijos cuando decidieron dedicarse a mi profesión que pensaran en el extranjero. Y eso es lo que hacen: trabajan aquí, pero para editoriales y agencias extranjeras, sobre todo de Inglaterra. Allí sí que se paga bien."

Y así fue, siguiendo el consejo de su padre, los hermanos Vañó Ibarra, Eduardo (Valencia, 1944) y Vicente (Valencia, 1947-2006), publicaron la mayor parte de su obra para el mercado europeo, principalmente en el Reino Unido e Italia; cabe mencionar "Bravo Tango", con el guionista danés Per Sanderhage, o el cómic publicitario "Sjørøverne og gullmedaljongen", para la juguetera LEGO. La mayor parte de su obra para el extranjero permanece inédita en español, con la salvedad de 'Buscando la muerte', publicada en la revista de terror Dossier Negro, y la miniserie "Wolfie el super-mente".

Respecto a las obras realizadas previamente para Editorial Valenciana, destacan el western "Juan Mestizo" y la serie de aventuras "El intrépido", creadas por Vicente para la revista Jaimito, así como las historietas de terror publicadas por Eduardo en la revista SOS; pero su arte se desarrolló sobre todo como portadistas, creando cubiertas para un gran número de cabeceras de Valenciana: las revistas Western y SOS; la reedición de Kid Tejano; las ediciones valencianas de "Flash Gordon" o "Sandokan"; o las series "Yuki el temerario" y "Luchadores del espacio", entre otras muchas.


En 1981 Editorial Valenciana comienza la publicación de una reedición más fiel de Roberto Alcázar y Pedrín, agrupando inicialmente tres títulos por cuaderno, y siguiendo la pauta de la versión original a partir del número 115; la reedición quedaría interrumpida en el número 170, debido al cierre de Valenciana en 1984; posteriormente, otras casas editoriales han tomado el relevo, publicando parcial o íntegramente la obra, con una calidad muy variable.

Durante los últimos años de su vida, la salud de Eduardo Vañó se fue deteriorando progresivamente, lo que le llevaría a renunciar a a asistir al homenaje que el Salón del Cómic de Barcel-lona le brindó en 1991, junto a sus compañeros José Sanchis y Karpa; dos años después fallecería en la ciudad de Valencia, el 26 de septiembre de 1993.

Actualmente, aún quedan personas que, por hacer alarde de sus ideas o por una total ignorancia,  utilizan a Roberto Alcázar y Pedrín para ilustrar sus críticas a la dictadura franquista, en ocasiones extendiendo sus acusaciones a otros personajes de la época, como El Guerrero de Antifaz o El Capitán Trueno; pero la labor de divulgación realizada por los aficionados al tebeo y expertos del cómic con verdadera objetividad, han permitido limpiar la imagen de Eduardo Vañó y de sus personajes de polémicas estériles, devolviéndole su valor como uno de los grandes clásicos del cómic valenciano.