Elizabeth Werner, secretaria de la eminente joyería Sonderm, Ullman & Co, acude extrañada a la llamada urgente de su jefe, al que suponía de viaje por motivos de trabajo; al llegar a su casa encuentra su cadáver en medio de un charco de sangre. Justo en el momento en que alerta a la policía desde una cabina de teléfono, el avión en el que suponía debía viajar su jefe se estrella, falleciendo todos sus ocupantes; y al acudir la policía a la casa, el cuerpo ha desaparecido. Nadie cree a Elizabeth, y el hombre es dado por fallecido en el accidente.

Elizabeth intentará desentrañar lo ocurrido, con la ayuda de Stanley Rougeron, detective de la compañía aseguradora con la que suele trabajar la joyería.