Concepción Piquer López nace en Valencia, en el número 23 de la calle de Ruaya, en el barrio de Sagunto, el 8 de diciembre de 1906 (no en 1908, como se indica en algunas fuentes), en el seno de una familia humilde. Sus cuatro hermanos mayores habían muerto prematuramente, y sólo conoce a su hermana menor, Anitín, que se convertiría en su acompañante, secretaria y persona de confianza durante toda su carrera profesional.

En 1917, con solo 11 años, hace su primera actuación en el teatro Sogueros de Valencia, vestida con su traje de primera comunión, el más presentable que tenía. Estudia canto con el Maestro Laguna, tratando de mejorar su arte innato, y en los años siguientes realiza varias actuaciones esporádicas en los teatros Apolo y Kursaal de Valencia. Es en estos espectáculos donde el compositor valenciano Manuel Penella se fija en ella, y, fascinado por su empuje, decide educarla y formarla como artista.



En 1922 parte hacia Estados Unidos, con la compañía lírica que debía estrenar en el teatro Winter Garden de Nueva York la ópera de Manuel Penella, "El gato montés". Según se cuenta, la noche previa al estreno, el empresario John Cort, propietario del Winter Garden, acudió a saludar a la compañía, y quedó pasmado ante la gracia y belleza de Concha, que andaba entre bastidores; al preguntar por su papel en la obra y conocer que no actuaría, se empeñó en que quería ver a esa preciosidad cantando en su teatro, "fuese en inglés, español o tagalo"; y al día siguiente, 13 de septiembre de 1922, Concha Piquer realizaría su primera aparición en escena, en un entreacto de "El gato montés", interpretando el pasodoble "El florero", compuesta durante la noche anterior por el maestro Penella. El éxito fue rotundo.

En cada una de sus salidas a escena, Concha se esfuerza en dar la talla, y, gracias a su arte y a su juvenil belleza, logra grandes éxitos en el Winter Garden y, posteriormente, en el Park Theatre de los hermanos Schubert. Sería el comienzo de una gran gira por los Estados Unidos, compartiendo escenario con célebres intérpretes de la época, como Eddie Cantor, Jeannet MacDonald o Al Johnson, e interpretando el amplio repertorio que le había preparado el Maestro Penella, el cual abarcaba desde el charlestón hasta la canción oriental, pasando por la zarzuela y el pasodoble. Precisamente un pasodoble de Penella, "En tierra extraña", se convertiría en la canción que le consagraría definitivamente como artista.




Tras cinco años recorriendo Estados Unidos y Centroamérica, decide regresar a España, convencida de que si en América era una gran estrella, en España podría convertirse en la estrella absoluta que habría de marcar una nueva época del espectáculo. Su primera actuación la realizaría en el teatro Romea de Madrid el 6 de julio de 1927, con gran expectación por parte del público, entre los que se encontraban Jacinto Benavente y los hermanos Álvarez Quintero. El éxito también le acompañaría en sus actuaciones en el Coliseum de Barcelona y en su regreso al Apolo de Valencia.

Poco después de su regreso participa en la zarzuela "El Príncipe Carnaval", compuesta por el Maestro Serrano en 1919, con letra de Quinito Valverde. Concha alterna sus trabajos teatrales con los cinematográficos, participando en las primeras películas sonoras rodadas en España: "El negro que tenía el alma blanca" (1928), y "La bodega" (1930), según la novela de Vicente Blasco Ibáñez. Más tarde realizaría las siguientes películas: "Yo canto para ti" (1935), "La Dolores" (1940), "Filigrana" (1949) y "Me casé con una estrella" (1951).



Entre 1929 y 1931 conoce al maestro Manuel López-Quiroga y Miquel y al poeta Rafael de León, que se convertiría en el letrista de sus grandes éxitos. En 1933 se casa con el torero retirado Antonio Márquez, trasladándose a Sevilla, donde les alcanza la Guerra Civil. En 1935 logra un éxito apoteósico en el estreno de la comedia "Maria Magdalena" en el teatro Maravillas de Madrid, obra de Valverde, León y Quiroga. A comienzos de 1940 forma la "Compañía de arte folklórico andaluz escenificado". Con ella recorre España entera, interpretando todas sus grandes canciones, como "La Parrala", "Tatuaje", "A la lima y al limón", y "Ojos verdes", estrenada en la película "Filigranas".

En 1944, estrena el espectáculo "Ropa tendida" en el teatro Fontalba de Madrid, obra del ya famoso trío Quintero, León y Quiroga, obteniendo un gran éxito. El 1 de septiembre de ese mismo año parte a Buenos Aires, primera parada de una gira por Hispanoamérica en la que cosecharía nuevos triunfos y aplausos; en esta ciudad nacería su hija Concha Márquez Piquer. En octubre de 1946 llega a México, donde le prohiben la entrada "Por franquista". Su marido y agente se puso en contacto con sus amigos, los toreros aztecas Jesús Solórzano y Rodolfo Gaona, quienes a su vez telefonearon a Mario Moreno "Cantinflas", hombre influyente y amigo del presidente de la república, logrando finalmente autorizar la entrada de Concha y todos los suyos en el país.



Regresa a España en 1947, y el 22 de febrero de 1948 reaparece en el teatro Cervantes de Sevilla, con el espectáculo de Ochaita, Valerio y Solano, "Canciones y bailes de España", con un éxito inigualable. Durante los años siguientes sus actuaciones continúan ininterrumpidamente, realizando largas giras en las que siempre se acompaña de muchos baúles con su ropa y con la ropa de casa, pues era reacia a los hoteles y solía alquilar una casa allá donde actuaba. Este hecho ha dado lugar a las famosas expresiones "viajas más que el baúl de la Piquer", refiriéndose a alguien que viaja mucho.

A finales de 1957, realiza una actuación en Zaragoza, en beneficio de los damnificados por la riada sufrida en Valencia, en octubre de ese mismo año. Dos meses después, ya en 1958, decide retirarse, al fallarle la voz mientras cantaba la canción "Mañana sale", de la obra "Puente de Coplas", en el teatro Victoria de Isla Cristina (Huelva). Seguiría grabando canciones para el sello discográfico Columbia, con la que tenía contrato hasta 1962, aunque no colabora en su promoción, ni con su presencia ni realizando entrevistas. El 20 de febrero de 1964, se despide definitivamente de su público, en un homenaje realizado en su honor, en el Teatro Principal de Valencia.



En 1988 volvería a los estudios de grabación, para interpretar una canción en recuerdo del poeta Rafael de León, fallecido ese mismo año. Dos años después, el 12 de diciembre de 1990, moría en Madrid, mientras dormía, siendo enterrada con el traje que utilizaba para interpretar una de sus canciones más populares, "La Parrala". Según se cuenta, sus últimas palabras fueron para su hija: "Ahora te toca a ti, Conchín".

En 36 años de carrera musical, Concha Piquer cosechó una larguísima lista de éxitos, que le valieron ser considerada como "La Reina de la Canción Española", capaz de darle vida propia y un aliento irrepetible a las mujeres de "Tatuaje", "Ojos verdes", "Cárcel de oro" o "La Maredeueta", tan distintas entre sí. Perfeccionista, altiva y seria con su trabajo, fue utilizada en numerosas ocasiones por el régimen franquista como imagen de España en el extranjero, pero Doña Concha era en realidad una mujer liberal e independiente, de mucho carácter, capaz incluso de enfrentarse en persona al jefe del régimen, y de oponerse abiertamente a la censura, como demuestra el hecho de negarse siempre a cantar la letra censurada de "Ojos verdes", pagando muy gustosamente la multa que le era impuesta en cada ocasión.


A pesar de haber vivido muchos años fuera de Valencia, Concha Piquer siempre llevó el nombre de Valencia en su corazón, convirtiéndose en embajadora de Valencia allá donde iba, siempre ejerció su valencianía, interpretando con un cariño especial "La Maredeueta". Tampoco Valencia la ha olvidado, dedicándole en 1964 una calle en el barrio de Campanar; instalando en 1996 una estatua en su honor en los cruces de las calles Constitución y Llano de Zaidía, obra del escultor Alfonso Perez Plaza; y convirtiendo en Casa-Museo la finca que le vio nacer, inaugurada en 2001 con motivo del 95 aniversario de su nacimiento, en la que pueden admirarse los objetos que rodearon su vida: Abanicos, trajes, escritos, fotografías y espectáculos audiovisuales creados para la ocasión.

Su recuerdo también ha permanecido intacto entre sus compañeros de profesión, siendo homenajeada en todas las actuaciones realizadas por su hija, Concha Márquez Piquer, así como en numerosas actuaciones de otros intérpretes valencianos, como Francisco, Noelia Zanón, el malagueño Rafael Conde "El Titi", Pepe Marqués o Julita Díaz, tal como se pudo comprobar en el homenaje realizado por la Casa del Artista de Valencia en 2006, por el cententario de su nacimiento.

En Valencia Canta queremos resaltar la dedicatoria que la comisión fallera de Convento Jerusalén-Matemático Marzal realizara en 2008 a Doña Concha, al presentar en la Exposición del Ninot una figura, obra del artista fallero Paco López Albert, en la que se representaba a Concha Piquer junto a dos niños, con sus típicos trajes valencianos, y una imagen de la Mare de Deu dels Desamparats, en clara referencia a su canción "La Maredeueta". Como era de esperar, dada la belleza y calidad de la figura, fue elegida como Ninot Indultat y salvada de las llamas. Un merecido homenaje del pueblo valenciano, en recuerdo de la gran diva valenciana de la copla, que guardaremos en nuestros recuerdos para siempre.