Joaquín Rodrigo Vidre nació en Sagunto hace hoy 108 años, el 22 de noviembre de 1901, día de Santa Cecilia, patrona de la música. Pese a que perdió la vista de muy pequeño, a los tres años, como consecuencia de una epidemia de difteria, su ceguera no le impidió convertirse en una de las figuras principales de la música clásica valenciana. Al contrario, como él mismo reconocía, la pérdida parcial de la vista le colocó en el camino de la música.


Inició sus estudios musicales en el Conservatorio de Valencia, a los ocho años, recibiendo clases de solfeo, violín y piano. Con 16 años estudió armonía y composición con los maestros Francisco Antich, Enrique Gomá y Eduardo Chavarri. Sus primeras composiciones datan de 1923, y al año siguiente compone su primera obra para orquesta, premiada tanto en Valencia como en Madrid.

En 1927 se traslada a París para ingresar en la École Normale de Musique, donde estudia composición con Paul Dukas, compositor de "El aprendiz de brujo". Pronto se da a conocer como pianista y compositor en los ambientes musicales parisinos y entabla amistad con Ravel, Milhaud, Honneger, Stravinski y Manuel de Falla. Allí conoce también a la pianista turca Victoria Kamhi, quien se convertirá en 1933 en su esposa, su compañera inseparable y su más asidua colaboradora. Rodrigo continua sus estudios en el Conservatorio de la Sorbona (París), aunque se desplaza en numerosas ocasiones a Alemania, Austria y Suiza para realizar sus actuaciones. En 1939 regresa a España, instalándose en Madrid.


Al año siguiente estrena en Barcelona su obra más conocida, que le ha brindado fama universal: El "Concierto de Aranjuez", para guitarra y orquesta. Un magnífico ejemplo de su personalidad musical, dentro de una estética denominada por el propio maestro como "neocasticismo", practicando la tradición tonal, el gusto por las formas clásicas e incorporando elementos cultos como forma de unión entre la tradición española y el presente, creando ese estilo reconocible de inmediato. La importancia de esta obra es tal que representa, según el propio Rodrigo, "un árbol que impide ver el bosque de otros trabajos míos".

Su música puede considerarse un homenaje cultural a su tierra, ya que tomó como fuente de inspiración una variada gama de manifestaciones culturales, desde la historia romana hasta textos de poetas clásicos o contemporáneos, como son "Coplas del pastor enamorado" de Lope de Vega, "Tríptico" de Jacinto Verdaguer o el "Cántico de la esposa" de San Juan de la Cruz. Entre su obra podemos encontrar los más diversos géneros, como el ballet "Pavana real", la zarzuela "El hijo fingido" o "Los cuatro madrigales amatorios".

Debemos destacar también el material basado en Valencia y su reino, que es, lamentablemente, poco conocido en nuestra tierra: "Sónica la cortesana", "La destrucción de Sagunto", el poema sinfónico "Per la flor del lliri blau" (Por la flor del lirio azul)...


Su creación instrumental abarca importantes composiciones para violín, cello, flauta o piano, si bien, su principal aportación ha sido al repertorio para guitarra, que ha logrado su dignificación e internacionalización como instrumento de concierto.

A lo largo de toda su carrera ha recibido numerosas distinciones, honores y homenajes que reconocen su importante legado musical, entre los que destacan: Premio Nacional de Música (1944 y 1981); Miembro numerario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1950); Legión de Honor del gobierno francés (1963); Medalla de oro de Sagunto (1996), y el Premio Príncipe de Asturias de las Artes (1996). En 1991 el rey Juan Carlos I le otorgó el título nobiliario de Marqués de los Jardines de Aranjuez, "por su extraordinaria contribución a la música española a la que ha aportado nuevos impulsos para una proyección universal", y siete años después, el gobierno francés le honró con el título de Commandeur des Arts et des Lettres. Además, fue nombrado Doctor Honoris Causa de diversas universidades de todo el mundo.

Joaquín Rodrigo falleció en Madrid, el 6 de julio de 1999, cerrando una historia de amor, esfuerzo y plenitud. Sus restos, junto con los de su mujer fallecida dos años antes, reposan en Aranjuez. En Aranjuez... con su amor.