Si hay un poeta que ha marcado la literatura valenciana del siglo XX, ya sea por su estilo, por sus firmes ideas políticas, o por su triste final, este es Miguel Hernández.


Miguel Hernández Gilabert nació en Orihuela (Alicante) el 30 de octubre de 1910 en el seno de un humilde hogar campesino. Pastor en su niñez y sin acceso a más estudios que los elementales, su interés por la literatura y el trato con personas letradas le llevó al alumbramiento de sí mismo como poeta.

Sus versos tienen influencias de los clásicos españoles, como Garcilaso de la Vega o Góngora, pero también de grandes autores de la Generación del 98, como Machado y Rubén Darío. Mantuvo una gran proximidad con los autores de la Generación del 27, siendo considerado por Dámaso Alonso como "genial epílogo de la Generación del 27". Por su parte, José María de Cosío lo calificó como "el poeta de más fuerte personalidad y de mayor aliento de toda su promoción"...


Participó en las tertulias literarias locales organizadas por su amigo y mentor Ramón Sijé. A los veinticuatro años se desplazó a Madrid, donde conoció a Vicente Aleixandre y a Pablo Neruda, con quien fundó la revista poética "Caballo Verde". Influenciado por las ideas marxistas de Neruda, Hernández inició una evolución ideológica que quedó reflejada en la profundidad de sus versos, reflejo de su compromiso social y político.

En 1936 se alistó como voluntario en el ejército republicano, colaborando con el Frente Popular con otros intelectuales en las denominadas "Misiones Pedagógicas", movimiento de carácter social y cultural. Durante la guerra publicó diversos poemas en las revistas "El Mono Azul", "Hora de España" y "Nueva Cultura", y dió numerosos recitales en el frente.


Al finalizar la guerra volvió a Orihuela, donde fue detenido. Fue condenado a muerte, pena que fue posteriormente conmutada por la de cadena perpetua. Murió de tuberculosis el 28 de marzo de 1942, en la cárcel de Alicante.




El 10 de enero de 1936 Miguel Hernández escribía un poema en honor de su amigo y mentor Ramón Sijé, fallecido unos días antes. Esta Elegía es, posiblemente, uno de los mejores versos salidos de la pluma de Hernández, ya que muestra a la perfección toda la tristeza y rabia que siente ante la muerte de su amigo, y la esperanza de poder reencontrarse algún día.

"En Orihuela, su pueblo y el mío,
se me ha muerto como del rayo
Ramón Sijé, con quién tanto quería"