Un mar de afectos humanos
guardas avara en tu seno,
y si haces rugir el trueno
se estremecen los tiranos:
el amor y el genio hermanos
van aquí unidos los dos.
Amor, que del bien en pos
goza en ti santo renombre,
es fuerza que rinde al hombre
y nos aproxima a Dios.

Honrada y gloriosa tierra,
libre como valerosa,
eres la ciudad hermosa
de las artes y la guerra.
Eres un pueblo que encierra
sus victorias a millares,
y al venir de extraños lares
se te admira sonriendo,
cual otra Venus, saliendo
de la espuma de los mares.

Cuanto natura produce,
cual preseas codiciosas
a regiones apartadas
tu inteligencia conduce.
Tu honor al provecho induce
y al raudo vapor inmolas;
que si tus frutos las olas
llevan con impulso blando,
guirnaldas te van bordando
las riberas españolas.

Centro de la ilustración,
que con dignidad ostentas
las cuatro barras sangrientas
de Don Jaime de Aragón.
Eres la noble región
que no marcha en retroceso,
y que sabe con exceso
y con ingenio profundo,
que el trabajo, ley del mundo,
es palanca del progreso.

Tienes celeste Patrona
a quien amas reverente,
reflejándose en tu frente
el brillo de su corona.
Eres la hidalga matrona
llena de fe y santidad;
gozas de prosperidad,
ángeles son tus mujeres
y cuna Valencia eres
de la invicta lealtad.

Dotó Dios de mil primores
a la Región Valenciana,
mas la caridad cristiana
es la reina de sus flores.
Alivia nuestros dolores
con su aliento embriagador,
y es la enseña del valor
que a todos hace rivales,
porque aviva las señales
de fe, de patria y amor.

Hermosa perla española,
en tus penas y en tus cuitas
de auxilio no necesitas,
porque te bastas tú sola:
el quebranto no te inmola,
madre amorosa y leal;
que esa virtud celestial
a tus hijos ennoblece;
su numen jamás decrece
y es, como Dios, inmortal.